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viernes, 15 de febrero de 2013

NOS VAMOS DE BODA



Las bodas me gustan. Ver cómo va la novia, la madrina, las invitadas… Mirar el menú para ver qué te van a dar de comer o cenar (yo voy siempre con mucha hambre para no dejar nada, que no me gusta que se tire la comida, y ésta precisamente sale muy cara), el papeo en sí, la tarta. Estar expectante por si hay alguna sorpresilla o algo especial. Y el baile. Y, si conoces a los novios, pues sí, te alegras por ellos, claro. Digo si los conoces, porque todos hemos ido a bodas de primos segundos o similares donde, si no fuera porque hay una vestida de novia con uno al lado, no tendrías ni idea de qué cara tienen los que se casan. Este y otros momentazos son los que yo eliminaría de todas las bodas sobre la faz de la tierra:

1. Invitar a personas que no conoces. Vale, sé que es inevitable, pero en mi mundo de las bodas ideales, ningún novio ni novia tendrá que decir en su propia boda “¿Y este quién es?”

2. Invitaciones de boda con alianzas entrelazadas, purpurina, fotos de los novios, lacitos, palomas, corazones o tornasoles. Se me ocurren muchas cosas más, pero no quiero herir sensibilidades

3. Alianzas en cojincitos. Tampoco en cestas. Ni en bastidores, que se llevan ahora tanto, no me preguntéis por qué

4. En cuanto al look de la novia, hacedme sitio que voy. No a los vestidos palabra de honor, escotes halter, espaldas al aire y escotes cintureros. En general, pero si estás de buen año, aún más. Las mollas, cuanto más guardaditas, mejor. No a coronitas y diademas. A no ser que te cases con un príncipe heredero y te obligue la suegra. Nada de brillos en general. Manicura francesa. Peinados con tirabuzones, ricitos y pelitos tapando el ojo. Bolsetes. Ramos-coliflor. Uf, esto da para mucho, pero no quiero cebarme

5. Si te casas por la Iglesia, y resulta que no pisas una desde tu primera Comunión, haz el favor de aprenderte un poquito los ritos y liturgias de la misa. Es penoso cuando ves que ni los novios ni su familia saben cuándo ponerse de pie, cuando sentarse, ni lo que tienen que contestar. Claro, es que casarse por la Iglesia es tan bonito y le hace tanta ilusión a tu abuela… Un poquito de coherencia, venga

6. No a las damas de honor. A no ser que pienses ponerlas a todas en fila detrás de ti mientras te casas. Y tu novio, con su best man. Si lo haces, hazlo bien

7. Se ve que hay novios que piensan que con un simple traje o chaqué no van a destacar, y ellos quieren que se les vea bien, hombre, que también es su día. Normalmente echan mano de los brillos y tornasolados. Brillos en trajes, chalecos y camisas. Corbatas de estas gordacas con un brillantito. Blanco nuclear de arriba abajo. Las florecillas en la solapa tampoco son de recibo

8. Los invitados. Siempre hay uno o varios que te deslucen la boda. Señores que vienen sin traje y corbata, señoras con camisa y pantalón o niños con chaleco y pajarita. Eso por no hablar de la que te viene vestida como en Nochevieja decidida a pillar cacho. O el marido garrulo de tu amiga mascando chicle y con gafas de sol toda la ceremonia. Para evitar esto, plantas un cartel de “Reservado el derecho de admisión”, y al que no te guste cómo va vestido directamente le impides la entrada. O pasas de todo y disfrutas del día. Eso sí, si aparecen en alguna foto los eliminas a ritmo de photoshop

9. Ya estamos en lo que viene siendo el banquete de bodas. Aquí puede pasar de todo. Da igual que novios e invitados hayamos pasado la prueba del horterismo; siempre hay alguien que la puede cagar. Con el típico regalito que más que hacerte ilusión te hace una desgraciada. Con un libro de firmas. Con un tío enfocándote con una cámara; da igual si eres premio Nobel y con la planta de mi Fassy, porque seguramente parecerás lerdo. Con el “que se besen” cantado cada cinco minutos y medio por un grupo de invitados que han burlado la criba de la entrada. Los mismos que se pondrán las servilletas en la cabeza provocándote unos irrefrenables instintos homicidas. Con un baile plagado de música bakalao o como quiera que se llame ahora (“es mi boda y pongo la música ke me gusta, ké pasa”). Y lo más patético: el novio o la novia borrachuzos perdidos

10. Tengo que rectificar. No eliminaría nada de esto de las bodas. No de todas, al menos. ¿De qué hablaríamos después, si no?


2 comentarios:

  1. Uff... y mucho más... el corte de la corbata para recoger dinero, que los amigos lleven el regalo a la mesa de los novios y antes de llegar al sobre (sí, suele ser un sobre de dinero) salgan montañas de harina... la imaginación es infinita. Pero si no has tenido más remedio que ir a una boda así, mejor tomárselo con humor.

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    1. Claro, el tema bodas es infinito. A lo mejor algún día hago la segunda parte

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